sábado, 24 de mayo de 2014

Y ya

A veces me da la gana de estar triste. Esos días mi pierna se fractura. Las ganas de palpar azúcar entre los dedos se torna polen seco.  Esos días la comida me sabe a fierro oxidado. Me pongo a vomitar a largo aliento la vida y me dedico a escuchar música o escuchar poemas. Siempre y cuando éstos no sean en espacios públicos. Me hartan los llamados “lame culos”. Seguirle el aroma a alguien reconocido para que me reconozca. A mí me gusta la poesía porque es y no es para comercializarla o comercializarme. No me gusta el marketing. No me gusta venderme y sin embargo publico cosas. Aún no sé hablar de mí. Sabe dios qué sé hacer de todo lo que me gusta hacer. Prefiero ser viento y sentarme a escuchar cualquier cosa por ahí. Esconderme entre los recónditos espacios del Distrito Federal. Irme a pie desde lugares lejanos a más lejanos SIN PEDIR PERMISO. Odio ir al baño acompañada. Me hartan muchos ojos detrás de mis acciones. Me gusta la independencia. Largarme a estar loca y llorar a donde me pegue la gana. Allá, donde pueda esconder mis ojos de las preguntas: ¿dónde estabas? Me dan ganas de responder: A punto de suicidarme de la manera más heroica. Hasta me estaba ayudando un hipopótamo. Nos sentamos a contarnos las desgracias, moríamos de risa. Planeamos la muerte pero nos ganó la carcajada.
Me gusta tirarme al suelo y pensar en mis papás. En que quiero comprarle unos lentes a mi wera. En que mi padre murió solo. En que mi hermano está profundamente solo. En que mi hermana no recuerda su pasado y tengo 2 sobrinos hermosos con los que nunca estoy. En mi necesidad de estar atrás y sin embargo poder estar arriba. Pensar en la incertidumbre. En lo poco que me gusta el profesionalismo. Decir, cuando regreso a casa, que me dedico a bombear sangre nomás, que no salí a trabajar. Que yo no trabajo.

A veces me da la gana de estar bien triste. ¿Se puede estar bien-triste? Mal triste? ¿Se mide la tristeza? No me gusta que digan que uno está deprimido, que se es “emo”, que “el raro”, que “qué tienes ahora”, que “ya quita esa cara”, que “cuánto te sirvo mija”.Me harta que se suban al metro con libros de superación personal. Uno a veces quiere estar de la chingada. Y ya.

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