A
veces me da la gana de estar triste. Esos días mi pierna se fractura. Las ganas
de palpar azúcar entre los dedos se torna polen seco. Esos días la comida me sabe a fierro oxidado.
Me pongo a vomitar a largo aliento la vida y me dedico a escuchar música o
escuchar poemas. Siempre y cuando éstos no sean en espacios públicos. Me hartan
los llamados “lame culos”. Seguirle el aroma a alguien reconocido para que me
reconozca. A mí me gusta la poesía porque es y no es para comercializarla o
comercializarme. No me gusta el marketing. No me gusta venderme y sin embargo
publico cosas. Aún no sé hablar de mí. Sabe dios qué sé hacer de todo lo que me
gusta hacer. Prefiero ser viento y sentarme a escuchar cualquier cosa por ahí.
Esconderme entre los recónditos espacios del Distrito Federal. Irme a pie desde
lugares lejanos a más lejanos SIN PEDIR PERMISO. Odio ir al baño acompañada. Me
hartan muchos ojos detrás de mis acciones. Me gusta la independencia. Largarme
a estar loca y llorar a donde me pegue la gana. Allá, donde pueda esconder mis
ojos de las preguntas: ¿dónde estabas? Me dan ganas de responder: A punto de
suicidarme de la manera más heroica. Hasta me estaba ayudando un hipopótamo.
Nos sentamos a contarnos las desgracias, moríamos de risa. Planeamos la muerte
pero nos ganó la carcajada.
Me
gusta tirarme al suelo y pensar en mis papás. En que quiero comprarle unos
lentes a mi wera. En que mi padre murió solo. En que mi hermano está
profundamente solo. En que mi hermana no recuerda su pasado y tengo 2 sobrinos
hermosos con los que nunca estoy. En mi necesidad de estar atrás y sin embargo
poder estar arriba. Pensar en la incertidumbre. En lo poco que me gusta el
profesionalismo. Decir, cuando regreso a casa, que me dedico a bombear sangre
nomás, que no salí a trabajar. Que yo no trabajo.
A
veces me da la gana de estar bien triste. ¿Se puede estar bien-triste? Mal
triste? ¿Se mide la tristeza? No me gusta que digan que uno está deprimido, que
se es “emo”, que “el raro”, que “qué tienes ahora”, que “ya quita esa cara”,
que “cuánto te sirvo mija”.Me harta que se suban al metro con libros de
superación personal. Uno a veces quiere estar de la chingada. Y ya.
Lo que hay atras de la sonrisa.
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