miércoles, 2 de julio de 2014

Bailé

Bailé. Con el corazón hecho de hierro bailé. Con las ataduras en el cartílago. Bailé. Y sentí como  cada composición iba cuarteando mis talones. El vacío era cada vez más fuerte y lo disfrutaba. Cómo disfrutaba estar vacía. Bailé. Agaché la vista para sacudir el granito sobre mis rodillas. Los huesos se me quebraban. Porque sobre huesos se aparean las luciérnagas. Bailé. Y observé la fuerza del movimiento que tenía el Señor Persona. Cómo su exhalación lo dirigía a caer y la escena era suya. Bailé. Se escondió detrás de la camilla 17 como si estuviese enfermo. Lo conocí en un hospital. Mi vagina fue oleaje que derramaba algas en su anestesia. Estaba lisiado y con muletas pero se reía de su estado. Sus ojos eran dos hojas secas. En sus manos tenía comida para perros y él comía y yo comía con mi lengua. Bailé. En braille dibujé puntos sobre la atmosfera de su contorno y fue mapa. Vi la alineación del Señor Persona y yo. Había un fin. El futuro se evaporaba. Mis uñas comenzaron a quebrarse al darme cuenta. Perdí la fe en mi pasado. De cuando exploté con mi boca las heces alrededor de mi casa. Mi casa era un cultivo de larvas. Bailé. Dejé que todo tomara sus pertenencias y cerré la puerta con el rostro hecho agua. Bailé. Fui a suturar el daño en busca de la antropología del erotismo. Vi mi cuerpo. Vi mi cuerpo. La realidad era mi cuerpo. Creí que nuestros centros era una conexión como entre Jesucristo y Magdalena. Esa historia de dos simios cogiendo. Pero en dimensión alterada. El Señor Persona volvía a mi presente con un reflejo de boxeador. Luchaba contra el mismo. A ratos era marinero partiendo siempre. Ya estaba frente a nosotros su barca. Los cantos de yubartas surgían del interior. Arcángeles orinaron el curso de la proa. Revelaron una inmensidad de tristeza. Demasiada que caerían los planetas sobre la tierra. Me dijeron que tomara el faro mejor cimentado en alguna cordillera. Que subiera con un dios tatuado en mi ombligo. Que iluminara a mis otros yo para estar dentro. La sanación. La búsqueda. Que los días huérfanos soportarían el peso de este tiempo.