domingo, 23 de febrero de 2014

Casa

Tengo el aroma a café de mi casa. Saliva en las palmas de mis uñas. Tengo el aroma a café de mi casa. El chal verde de mi madre. Tengo el aroma a café de mi casa. Los ojos cabizbajos, el silbido de la canción favorita de mi madre. Tengo el aroma a alpiste del patio. El ave macho que sigue parloteando al aire desde que perdió a su compañera. Hojas blancas regadas con epígrafes. Ella desorbitando los muebles para acomodar y desacomodar. Para dejar salir basura. La mesa llena de flores y amarillo, rojo, amarillo, objetos repetitivos. Orden. Tengo el aroma a café de mi casa. El silencio de las tardes. Mi madre escribiendo pasajes bíblicos. Sus lentes sobre la mesa. El chal verde que utilizo ahora yo. Tengo el aroma a café de mi casa. Duerme mi madre. Duerme tanto. Su llanto hablando de él cuando la visito. Su voz quebrada. Su voz quebrada. Sus ojos cerrados de placer cuando toma café. Tortillas quemadas. El aroma. Pastillas en el techo. Tantas pastillas. Tanta nostalgia en casa. Huele a viejo entre los pasillos. Ella baila en su mente. Cada vez que estoy en casa lloro. La guitarra soltando una cuerda. Mi madre tiene pesadillas y reza. Tierra mojada en el puño. Piedras en las láminas. Cada vez que estoy en casa lloro. Tengo el aroma a las escaleras. A las manos como manecillas de reloj. Tengo el aroma. Tengo el aroma... 

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