jueves, 5 de diciembre de 2013

En proceso

Mis amigos de ese entonces eran de corazones incompletos y extrañas utopías. Sus nombres están escritos en mi acta como cristal-púrpura y nota musical, ambos tendieron hacia mí una de sus vertebras por completo. Me dijeron que los espíritus tristes se comprenden al unísono de una canción con la misma armonía. Ambos buscábamos un algo, ese algo absurdo de tantos. Soñábamos tanto, que inventamos sátiras sobre nuestro pasado para que no punzara tanto. Soñábamos tanto, que creímos que el mundo giraba en la punta de nuestros picos. Soñábamos tanto, que ofendimos a quien estuviera frente a nosotros por el solo hecho de ser amigos y decirnos tanto, decirnos demasiado con el ardor de los años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario