martes, 19 de noviembre de 2013

Sueño

 Llegué tarde. Pensé en mi apuro por comenzar los talleres al día siguiente. Él me abrió. Me dijo que hoy no habría reunión, que era un día de fiesta. Al entrar, sentí que los pies flotaban y que todos estaban en mi contra dentro de su borrachera. Porque he de decir que él no era el único, sino unas 25 personas más (exagerando). Un tipo se acercó a mi llorando, contando no sé qué cosas pero traía una lagrima pegada al hueso. Repentinamente decidió dormirse y lo dejé en un sillón. C, me miró y, con su eterna sonrisa, dijo, ¡hoy no hay reunión! Me abrazó con su carisma dichoso hasta apretujarme y no me quedó más que sonreír. De ahí, minutos borrosos. Viene a mi Y, llorando como una amapola exprimiéndose entre mis brazos. Viste de mago. Sombrero y capa. Llora. Lo acaricio como atravesada por su dolor. C, corre y lo abraza también. Besa su cara completa y le dice wachito, wachito (…). Y, solloza que no puede, que ya no. ¿Ya no qué? Pregunto. Ya no. Su mirada se nubla y se le caen los ojos nuevamente. Paran sus cascadas y se desnuda rápidamente antes de meterse a bañar. Como desprendiéndose la tristeza, la suciedad. Veo su cuerpo. Está partido en dos: de la cintura para abajo. La vida nos desprende y uno busca consuelo. C, yo y 2 chicas hacemos un performance. Danzamos. Nos divertimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario