domingo, 27 de octubre de 2013

Los niños son gorriones desprendiendo sus laringes

En el taller del martes pasado en la merced, una poeta de 8 años dijo que dedicaría su poemario a su padre que acababa de fallecer. Guardé un silencio profundo y sentí cómo yo deseaba lo mismo a su edad.

Luego recordé esta parte del guión de una película infantil muy conocida por esos tiempos:



"Un niño es capaz de vivir las aventuras más extrañas sin que le sorprendan lo más mínimo. Puede contar de repente, como el que no quiere la cosa, que, cuando estaba en el bosque el otro día, se encontró con su padre muerto, y se puso a jugar con él". 

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